Saturday, March 06, 2010

El "secreto" de Cuba


Que el secreto de un país no provenga sólo de la Historia en el sentido cronológico, sino de la tierra vista y presentida como fysis, es algo que sólo por la Poesía puede revelarse y seguir en secreto a la par[1]; criatura creadora por la palabra, que hace despertar y en la que despiertan al canto los sentires más profundos, más que a la Luz, en la Aurora, y sobre todo al Amor o a su búsqueda como destino último. Pues si todo secreto es un secreto de Amor[2], el de la fysis lo es por pugnar hacia su esclarecimiento en la Palabra, por la auténtica piedad de la Palabra.

Y es que Historia no la hay en verdad en el solo fluir del tiempo, y ni aún en los aconteceres de la vida más visible, por mucho que el tiempo sea el eco marcado por los pasos. Aconteceres empiezan a haber desde antes de haber Historia o de quienes la cuenten, y sólo al develar su génesis, sentido y destino a través de la Palabra es que se revelan como históricos, haciéndose a la par formas vivibles e imanes de la acción y sobre todo de la acción poética, presta a alcanzar su consumación máxima en el sacrificio, por la piedad como trato amoroso con lo otro distinto de sí. Cuando los aconteceres adquieren consistencia histórica es porque ya la Palabra ha configurado el espacio y el tiempo desde el no-tiempo o, lo que es lo mismo, desde la raíz del tiempo histórico que es la Palabra.

El revelarse de la fysis por la Poesía es la par metafysis, fundación de la Historia en la recuperación de la fysis por la Palabra, conciencia adquirida y despertar de la fysis. Es la metafysis de los sentires y de los sentidos en la que se da cuenta de su elevación y purificación.[3].

Pero, ¿qué extraña afirmación es esa de que el ‘secreto’ de Cuba se revele en la Poesía, aquella que nace de la auténtica piedad, la única que en verdad es Poesía? ¿Qué de razonable hay en llamar “…soporte de la Historia…” a aquello que la Poesía revela, o sea, la “substancia poética” (creadora) corporeizada o no en los aconteceres, individuales o colectivos, pero en sí misma acontecimiento también en el que se expresa el alma de un país?[4].

Muy en boga ha estado el relato de lo que desde la Ilustración se le llamó Historia, tomando como pautas los hechos y acciones políticas, militares, religiosas, intelectuales y/o económicas, con sus aristotélicos causalismos. Y así, desde luego, sin distinguir el tiempo y la Historia, siempre habría “Historia”, a fuerza de encorsetar o someter la fysis a esquemas filosóficos predeterminados, que pretenden suplantar la “substancia poética” de los aconteceres, tomándoles quizá no más que como justificaciones instrumentales del telos totalitario que anima a esos esquemas.

Al menos en la Historia de Cuba —y temo que también en la de Iberoamérica toda—, el (das)Traum(a) de la independencia ha servido a menudo de hilo causalista para tratar de explicar el devenir de los aconteceres. Sin desconocer el eidos liberador (libertario) —prefigurado en el cartesianismo— José Lezama Lima y María Zambrano no le absolutizan como eje de la historia de Cuba[5]. Tal reducción ha significado ocluir la expresión de un querer-ser, y oculta las raíces, los orígenes y el destino de todo verdadero nacimiento a la Historia. Más que verdadero despertar, este tipo de “historia” se parece a esos sueños que por sí mismos no tienen salida, porque el querer-ser no se constituye por oposición o por el favor dadivoso de alguien, sino por la acción de la Palabra que convoca a la vida para la sobrevida y nace de la propia constitución signada por el padecimiento de la trascendencia, no por insuficientes juegos dialécticos.

Al referirse a Cuba secreta, María Zambrano no dejaba constancia de algún “descubrimiento” colombino, sino de renacer, o quizá sería mejor decir, con ella, el pre-nacer como persona y del (re)nacer de la Isla como Historia[6], pues supo captar en la Poesía de los origenistas —y ante todo en José Lezama Lima— el alma en su estado de sacrificio, pues si la muerte puede ser interpretada como consumación de algún sacrificio, es porque la vida vivida en la acción poética (creadora) logra liberar las formas dormidas en los aconteceres de la fysis, rescatándolas de la pura ensoñación y su peculiar oscuridad, a través del canto y la memoria que implica toda cadencia. De lo contrario, la muerte sólo es la consumación absurda de la luminosidad de las ideologías o de no haber despertado en realidad a la vida, sea por efecto de la inconsciencia, las inconsistencias o las obsesiones.

No quiso María desconocer lo que Cuba hubiera “…conquistado de Historia…”, ni desvalorizar “…lo que ha producido y anda en vías de producir…”[7], sino dar cuenta de ese género de nacimiento o despertar de la fysis y por ella, sin el cual no habría nunca Historia que aunara todos los aconteceres, sin pretender agotarlos, como los incontables afluentes del mítico Puraná, reflejo celeste del Ganges, se aúnan en su destino común hacia las puertas del Paraíso[8].

El “secreto” de Cuba no sólo lo conoció María Zambrano, “antes” que a ella se le fue develando a José Lezama Lima —o quizá a la par de ella, porque en esto no vale la cronometría del “antes” y el “después”, sino el poder “…contemplar el movimiento como imagen de la eternidad y seguir absortos la parábola de la flecha hasta su enterramiento en el horizonte”[9]. Y lo conocieron no porque ese “secreto” fuera algo privativo de la Isla, que la redujera a aislamientos de diversos signos, sino el de la manifestación en los aconteceres de la Isla de los arquetipos poéticos, cuya gravitación hace que la fysis se configure por la Poesía “… como las imágenes que fijan el contorno y el destino de un país, lo que se ha llamado en la época griega —cuando no se había revelado el Dios Único— los Dioses”.[10]

Desmentía así Lezama todo absolutismo (léase complejo de insularidad o de continentalidad) que reivindicara exclusivismos de índole nacional, religiosa, étnica, folklórica o ideológica. Reivindicaba, eso sí, el Absoluto de la Poesía, del “…errante análogo de lo estelar con lo telúrico, de la nube entrando en el espejo…”[11]; el absoluto de lo diverso entrelazado. Afirmaba, además, el género de universalidad de la Poesía que no reclama inútiles primacías culturales, ni estériles particularismos.

Nos atreveríamos a afirmar que la comprensión de Lezama no sólo rebasó el talante existencialista de ciertas literaturas y filosofías de los años cuarenta y cincuenta, como reconoció María Zambrano[12], sino que sobrepasó con creces lo que más tarde se dio en llamar postmodernidad, al concebir la historia de la poesía como dialogo siempre vivo y presente, y a menudo “subterráneo”, de arquetipos o “eras imaginarias” que, como Imago, gravitan hacia su plasmación poética. El diálogo y la capilaridad (incluyendo las arterias principales) como fundamento y modelo de la Historia y no el monólogo, a veces disfrazado de diálogo que culminaría en la psicoanalítica “cura de adelgazamiento del sujeto”, al decir de Gianni Vattimo[13] y que convierte a la Historia en un complicadamente aburrido software de posibilidades simuladas. Y esto pudo hacerlo Lezama al adentrarse en las “… ‘oscuras cavernas del sentido’, donde las imágenes, la metáfora no son decadencia de los conceptos, remedo de la poesía…”, sino “…donde la imagen es la virgen aún no presentada a la luz y la metáfora tiene, a veces, fuerza de juro…”, porque “…ha de edificar con la brisa un arquetipo fiel”[14].

A nuestro modo de ver, las principales tesis postmodernas fueron avanzadas por Lezama en sus obras, pero no de modo nihilista. No hay en su Poética (filosófica) de la Historia[15] ni las rupturas ni los solapamientos entre fysis, kosmos e Historia que han caracterizado a una cierta tradición filosófica que desde Aristóteles reinterpreta a Sócrates racionalistamente (intelectualistamente) —y también a los presocráticos—, y pasando por Tomás de Aquino —y después por Hegel— desemboca en esa especie de síntesis des-constructora (o ceremonia de la confusión) llamada postmodernidad, aprovechada hoy a menudo para evitar el estudio serio de la historia.

Su percepción de la Historia es la de un interminable diálogo, donde las supuestas ganancias de las superaciones (Aufhebung) históricas o sus dialécticas revoluciones ceden ante la visión capilar, mas también arterial, pero sin el desconocimiento cuasi aristotélico-tomista del devenir histórico, anclado en la estática plenitud de la forma de las formas o primer motor. Desmarcarse de la compresión lineal, circular o en espiral del tiempo y la historia, a través de la familiaridad que impone la revivencia (Erlebniss), le hace concebir la Historia como río de incontables afluentes entrelazados, potencialidad de eras imaginarias configuradas por la poeisis y configuradoras, a la par, de la acción desenvuelta en los aconteceres y su recuperación potenciadora en la Poesía, porque sólo ella “…ve lo sucesivo como simultáneo…”[16]: la historia como tejido vital, más que como puro tránsito de acontecimientos. Es así que las concepciones de la historia como línea o espiral ascendente o ya como mero círculo, se integran en esa compresión de la historia como tejido.

Constatar a “Cuba secreta” implicó para María Zambrano descender a las oscuras cavernas del sentido de la Historia, también en el plano personal, de la mano de José Lezama Lima, en las cumplidas funciones sibilina y mistagógica, respectivamente; y ello por adentrarse en el subsuelo de los aconteceres como plasmación o realización telúrica de los fluyentes arquetipos celestes de cierta historia ideal eterna[17], arquetipos en los que comulgan alborear, vida y consumación de los hombres y las culturas. De ahí que las referencias universales en la escritura de Lezama sean cumplimiento mistagógico de ese descenso-ascenso, acarreo hipertélico entre lo celeste y lo telúrico; no impostura, como aviesamente se insinuó desde perspectivas falsamente universalistas —basadas en la oscilación entre el falso concepto de autenticidad cultural y étnica, por un lado, y las imposiciones ideológicas marxistas, por otro –, sino las manifestaciones de las ocultas y actuantes resonancias de lo “sucesivo como simultáneo”. Así, fysis, kosmos e Historia no son realidades contrapuestas, superpuestas ni yuxtapuestas; lo “sucesivo como simultáneo” es lo que para Lezama marca la relación entre ellos, y hasta su unidad, con lo cual coincide en mucho con la concepción de Teilhard de Chardin[18], pues es la substancia poética lo que los constituye y unifica en las diversidades propias hacia su consumación.

Si como afirma María Zambrano, “…no se revela poéticamente un país por su fysis, sin que se revele al par el alma del hombre que lo habita…”[19], entonces desconocer a “Cuba secreta” es también desconocer el ethos del padecimiento de la propia trascendencia, especie de “nobleza sagrada de la inmolación”[20] o, lo que es lo mismo, padecer por la aspiración a la vida en la Verdad y la Luz, que ya, más que vida, es sobrevida o camino hacia ella[21], tal y como para Lezama lo emblematizara la vida, muerte y consumación de José Martí.[22] Esa alma se revelaba en el padecimiento impulsado por el Amor, y no padecimiento por abandonar la fysis o abandonarse a ella, sino por recuperarle o purificarle despertándole, siendo que el padecer no es aquí sufrimiento, angustia ciega o mero retraimiento —aunque sí peculiar ascesis—, sino más bien asumir el destino personal como entrega creadora. Se revela, en fin, en el Ethos del padecer la trascendencia, cuando se ha apurado hasta el fondo “…la fidelidad a la situación que le ha tocado en suerte…”[23] y no se ha tratado de desertar de ella, lo cual equivale a algún género de impostura o, en el peor de los casos, a la traición a sí mismo, la peor de las traiciones quizá. Se unen en esa revelación destino y vocación, porque aquí el destino no es sinónimo de ciega coacción, sino sacrificio desde la poesía y a través de ella[24].

En 1953 María Zambrano le confesaría a Lezama, casi a modo de pronóstico cumplido, la Ética y Teológica prevista por ella años antes, en los escritos del autor cubano[25]. Pero Ética y Teología de un poeta-filósofo[26], sin vestigios de racionalismos desgastados en devaneos ontológicos, sino más bien situadas o nacidas de la piedad latente en la Poesía, que busca recuperar la fysis despertándole por la Palabra.

Ética sin Canon y Teología sin Organon o, para decirlo mejor, Ética y Teología fundidas en la acción creadora del Logos como methodos, o sea, en la Poesía como música que brota de la cópula fecundante entre la Palabra y su recuperación en la fysis por la Imago. Ética y Teología fundidas en el Telos que despunta en el alborear de la Imago en la Historia, en su fecundidad última; imágenes como flechas que ensartan los aconteceres desde el sucedido hasta su realización hipertélica en la vigencia otorgada por la plenitud alcanzada.

La Ética como suave y profunda resistencia de la seda, recuperando la normatividad de lo táctil y las sensibilidades todas en su oculta jerarquía física, mas también hipertélica. La Poética de la historia rastreando las causalidades suprahistóricas en las supracasualidades históricas, y sabiendo que “…Lo imposible, lo absurdo, crean su posible, su razón…”, porque “…lo imposible al actuar sobre lo posible engendra un potens, que es lo posible en la infinidad”[27]. Poética de la paradojal recurrencia de la Imago en los aconteceres, solo enunciable poéticamente, porque los conceptos congelarían el Potens de la Imago, como las redes del pescador dejarían escapar el humus vitae si creyera verlo en los peces solamente.

Rescate poético-teológico de la sobrenaturaleza en toda naturaleza por la Palabra, porque la naturaleza es imantada por Eros e impulsada por Logos que le hace trascender. Despierta la naturaleza por la encarnación del Logos y emprende así el camino de su plenitud. Teología que al asumir la creatividad por la Palabra se dispone, como Orfeo, a hacer ascender a la Luz los latidos primarios de la fysis convertidos en música, viendo en ellos no sólo apegos y deseos, sino impulsos, nacimientos y prenacimientos que han de ser encauzados y esclarecidos por la Palabra o al menos constatados, y en cuya función de intermediaria es ya tanto fysis como metafysis: naturaleza recuperada en la segunda naturaleza que apunta a la sobrenaturaleza[28].

En algún momento Lezama se calificó a sí mismo como “católico órfico”[29]. Esto posibilitaría discernir su orientación poético-filosófica en el entrecruzamiento del cristianismo y el orfismo, teniendo en cuenta, por supuesto, las influencias órficas en el pitagorismo, el platonismo y el neoplatonismo de los que se nutrió el pensamiento de Lezama, así como del aristotelismo y sus reinterpretaciones medievales. Si de método poético puede hablarse en la obra de Lezama, habría de calificársele como método órfico-pitagórico, platónico al fin, por el cual no se aporta visión o esquema filosófico alguno de la Historia, sino que prepara para su más amplia comprensión, haciendo emerger la multiplicidad de significados que suelen escapar a las interpretaciones de la historia desde perspectivas filosóficas y reuniendo en una sola comprensión kosmos e historia, causalismo y teleología, sin las identidades absolutistas inherentes a cierta comprensión dialéctica de la historia, que no llegaría “…nunca a la intuición amorosa que penetraría en su esencia, como el rayo de luz impulsado por su propio destino”[30].

El método órfico-pitagórico (platónico) de Lezama se caracterizaría por esa “penetración amorosa” o “captación” como “adentramiento, una penetración todavía informe”[31] —dice Zambrano, refiriéndose a la poesía de Lezama, pero aplicable también a su comprensión de la historia, algo parecida a la vivencia (das Erlebniss) de Wilhelm Dilthey, o la simpatía bergsoniana[32]—, por el cual es posible la manifestación de “lo sucesivo como simultáneo” y, aún más, actualizar la posibilidad germinativa de lo siempre vigente como potens, aunque a simple vista no se manifieste como tal.

Así, el “secreto” de Cuba es el de cualquier otro nacimiento o vida interpretada desde un orfismo-pitagórico (platonismo) que ya por católico (kata olom) se ha esclarecido a sí mismo al asumir la Palabra encarnada como plenitud y raíz de la Creación, por la que se recapitula y redime no sólo el kosmos, sino la Historia total. La creación poética en Lezama, por tanto, no hace sino encarnar la esencia interpretativa de toda creación, y en este sentido redime en el tránsito de lo muerto en apariencia a su vitalidad suprahistórica, donde se difuminan los límites entre imagen y realidad por “la posibilidad en la infinidad”, engendrada por lo imposible actuando sobre lo posible.

La Poesía cumple así para Lezama una función hierofante, por ser quizá análogos de la acción de Dios en el Hijo y por el Espíritu, y “resurgimiento del Verbo”[33], pero no por circunscrita a determinados paradigmas teológicos, sino por expresar la infinita acción en la Creación toda (kosmos e Historia), es decir, el carácter divino de esa Creación.

Y es que el hombre sólo puede actuar “…como metáfora entre su cuerpo y la infinitud…”, aunque se haya acostumbrado a tratar su cuerpo y su ser todo como metáfora decadente “…de la realidad creando su percepción, su nombre y su definición…”[34], cuando es en verdad el nombrar quien re-crea la realidad. Como análogos de un Creador, la forma de actuar del hombre es poeisis, que es la de crear nombrando, por la cual las cosas o acontecimientos vienen a ser y a relacionarse más allá de deseos o voluntades puntuales, naciéndoles por primera vez su rostro, aunque ya antes fueran de algún modo en el silencio amurallado de pura resistencia, quizá retraimiento hecho de timidez. Si el homo poieticus crea nombrando, sólo puede hacerlo porque no es dueño ni creador de la Palabra, sino por la interpretación implícita en todo nombrar; su ser se define por la peculiar relación interpretativa con la Palabra, hasta el punto de constituirle como célula interpretativa, nódulo también, proto-tejido al fin. El Ser dado en la Palabra recibida, o viceversa, que posibilita nombrar y encauzar posibles modos de ser.




Notas:

[1] Zambrano, M. La Cuba Secreta. En: Revista Vivarium. Dpto.de Med. de Com. Soc. Arzobispado de La Habana. Nº 2. Feb.1991. p.7.
[2] Ibídem.
[3] Sorprende la coincidencia de puntos de vista entre María Zambrano y Martin Heidegger respecto de la función de la Poesía como creación, pero resulta significativo que la pensadora malagueña hubiera puesto por obra, desde los inicios de los años 30, el methodos de la Razón poética, al que Heidegger se aproximó años más tarde, en sus escritos sobre Hördelin y en la valoración sobre el arte. Y decimos sólo aproximación porque este autor no se pudo desembarazar del nihilismo consustancial a ciertos desarrollos de la metafísica. No es casual que la ‘postmodernidad’ retome esta veta nihilista de Heidegger, y trate de verlo como precursor del ‘pensamiento débil’ (G. Vattimo) y de la llamada disolución de la metafísica.
[4] Zambrano, M. op. cit. p.9
[5] Ibídem.
Aún menos que María Zambrano —si cabe—, Lezama desconoció lo “conquistado” en la Historia de Cuba. Muy por el contrario, fue él quien destacó los valores de la cultura cubana, sobre todo del siglo XIX en cuanto a la literatura, pero también en otros ámbitos de la cultura. Véase si no sus ensayos sobre Julián del Casal, Juan Clemente Zenea, José Martí, etc…
[6] Zambrano, M. op. cit. p.8
[7] Ibíd. p.9
[8] Lezama Lima, José Confluencias En: Confluencias (Recopilación de ensayos por Abel Prieto) Ed. Letras Cubanas. La Habana 1988. p. 429
[9] Ibídem
[10] Zambrano, M. op. cit. p.9
[11] Lezama Lima, J. Confluencias En: Confluencias. Ed. cit. p.426-427
[12] Zambrano, M. op. cit. p.11-13
[13] Vattimo, Gianni El fin de la modernidad Ed. Gedisa. Barcelona, 1986. p.46
[14] Zambrano, M. op. cit. p.13
[15] En el realismo estético de Eli Siegel —contemporáneo de Lezama, probablemente desconocido para él—, también aparecen sobrepasadas las tesis postmodernas sobre la historia y una comprensión similar a la de Lezama al respecto.

“The relation of wildness and causality in history is like the relation of freedom and order or structure in a poem. When I say that history is the poem of time and space and self, I don’t mean to be looked on as making a portentous statement. One can see, in history, poetry occurring. The only difference is that in poetry there is such an arrangement, through words, that music occurs.”
“There’s a mighty jumble here of lakes and rivers, the Don, 70 mouths, Lithuanians, what Napoleon did, the date 1812; and here it looks pretty simple. As these names, which are compounded of known and unknown, reach one, the poetic thing happens; because whenever the unknown is dealt with solidly, or the known is dealt with as if it were freely running into unknown places, we have poetry. If it is affirmed, and known to be affirmed, there is the music which is in poetry.”
Siegel, Eli Facts and Poetry, in The Right of Aesthetic Realism to Be Known. http://www.aestheticrealism.net/lectures/Tro1387 http://www.aestheticrealism.net/lectures/Tro1385.htm
[16] Lezama Lima, J. Diario En: Revista de la Biblioteca Nacional José Martí Nº 2, mayo-agosto, 1988. p.149
[17] Nos referimos a la filosofía de la historia de Giambattista Vico, tan apreciada por Lezama. (Véase el ensayo La imagen histórica En: Confluencias Ed. cit.)
[18] González-Quevedo Valhuerdi, Rosa M. Teilhard y Lezama: Teología poética Ediciones Vivarium. Dpto. Med. Com. Soc. Arzobispado de La Habana, 1996. (Véase, en especial, el capítulo tercero.)
[19] Zambrano, M. op. cit. p.10
[20] Lezama Lima, J. La dignidad de la poesía En: Confluencias. Ed. cit. P. 361
[21] Marón Domíguez, Florinda. Filosofía y poesía: camino de vida en la esperanza. En: Rev. Vivarium Nº6. Junio,1994.
[22] Lezama Lima, J. La sentencia de José Martí Ibid. p.207-208
[23] Zambrano, M. op. cit. p.10
[24] Zambrano, M. La Cuba Secreta. En: Rev. Orígenes Ed. Cit. p.6
[25] Carta de María Zambrano a José Lezama Lima, del 8 de nov. de 1953. En: Fascinación de la memoria. Ed. Letras Cubanas. La Habana, 1993, p.22 (Véase, además, La dignidad de la poesía En Confluencias Ed. cit. p.347-348)
[26] Rensoli Laliga, Lourdes La cultura del poeta: la filosofía en el Diario de José Lezama Lima. En: Rev. de la Biblioteca Nac. José Martí. Nº3,1989.
Rensoli Laliga, Lourdes; Fuentes de la Paz, Ivette: Lezama Lima: una cosmología poética, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1990.
[27] Lezama Lima, J. La imagen histórica. En: Confluencias Ed. cit. p.404. A partir de la poesía. Ibíd. p.398
[28] La huella de Pascal en el pensamiento de Lezama se hizo presente desde muy temprano. Véase, Diario Ed. cit. y, especialmente, el ensayo Pascal y la poesía En: Confluencias Ed. cit.
[29] Zambrano, M. “Breve testimonio de un encuentro inacabable”. En: Anthropos Suplemento, marzo-abril, 1987, p.43 (Véase también Introducción a los vasos órficos En: Confluencias Ed. cit.)
[30] Lezama Lima, J. Diario. Ed. cit., p.106
[31] Zambrano, M. La Cuba Secreta. En: Orígenes. Año V, núm. 20, 1948, p.6.
Y después agrega: “…se adentra en la realidad despertándola y despertándose…”, a diferencia de la filosofía, aunque comparte con ella su raíz ”…en la voracidad, en la avidez insaciable de realidad, diremos, metafísica”. “La poesía en cambio, se alimenta del mundo de los sentidos, buscando en la ‘fysis‘ su metafísica: la metafísica del ser viviente, en el latido de cada uno de sus instantes, sin identidad. No es la transparencia —condición de la identidad— el imán de la poesía, sino ese otro género de unidad oscura y palpitante. La poesía atraviesa, sí, la zona de los sentidos, mas para llegar a sumergirse en el obscuro abismo que los sustenta. Antes de que le sea permitido ascender al mundo de las formas idénticas en la luz, ha de descender a los infiernos, de donde Orfeo la rescató dejándola a medias prisionera. Y así la poesía habitará como verdadera intermediaria en el obscuro mundo infernal y en el de la luz, donde formas aparecen. No de otro modo, atravesando la superficie de los sentidos, la poesía de Lezama nos conduce a las ‘obscuras cavernas del sentido’ donde las imágenes, la metáfora no son decadencia de los conceptos, remedo de la poesía. Allí la imagen es la virgen aún no presentada a la luz y la metáfora tiene, a veces, fuerza de juro”.
[32] Lezama Lima, J. Op. Cit., p.149 (“La resonancia simpática, es el fundamento biológico de la percepción estética”)
[33] ____________. Confluencias Ed. cit. P.350, 357
[34] Ibíd. p.367-368

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